La miel es un alimento altamente energético con alto contenido en azúcares simples de fácil absorción y asimilación.
Indicada en personas convalecientes o que deban efectuar esfuerzos intensos, y para aliviar la fatiga y agujetas, consecuencia del ejercicio físico.
La miel protege el hígado y estimula todas sus funciones:
-Su asimilación hepática no consume calcio, a diferencia de los azúcares refinados comerciales, lo que la hace indicada para personas con riesgo de descalcificación o altas necesidades de calcio, como ancianos, mujeres y niños.
-Favorece los procesos de desintoxicación y reduce el nivel de alcoholemia en casos de embriaguez.
Las sustancias bacteriostáticas y otros compuestos presentes en la miel, le confieren propiedades antibióticas y estimulantes de las secreciones glandulares y los movimientos peristálticos, por lo cual:
-Mejora la carencia o escasez de jugos gástricos.
-Evita procesos fermentativos en el tubo digestivo.
-Combate el estreñimiento por su poder laxante.
-Mejora úlceras y enterocolitis.
-Alivia trastornos respiratorios.
-Facilita los procesos de regeneración cutánea. (heridas, quemaduras..)
-Regula el ritmo cardiaco y estimula el riego sanguíneo del corazón y demás órganos.
-Posee un suave efecto sedante.